Nunca sabemos a partir de qué delgada línea comienza lo eterno. Así esa noche, cuando se dio vuelta para continuar durmiendo, no vimos qué larga sería nuestra breve despedida. El sentido de las palabras cambia según qué acontecimientos carguen o escondan: Chau, hasta la vuelta con el tiempo se convirtió en: Fui tu padre, fui tu hijo. Fue tu vida. Fue mi vida.
Luis María Pescetti. El ciudadano de mis zapatos
No hay comentarios:
Publicar un comentario