A veces sucede así: el Destino entra a los tumbos en un callejón sin salida y para incomodidad de todos tiene que rehacerse y probar de nuevo.
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Con todo, quizá estos falsos virajes no sean tropiezos ni mucho menos; quizá sean desarrollos necesarios dentro de una trama demasiado compleja para aprehenderla de una sola vez. O acaso la verdad es que no hay ningún sino, ninguna trama, nada en absoluto salvo un hombre cansado que mira hacia atrás y lo olvida todo menos detalles dispersos que el acto mismo del recuerdo compone en un destino.
Steven Millhauser. August Eschenburg