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Pero hay días así, en que lo que uno quiere decir se pierde. O el perdido es uno y lo que queremos decir no nos encuentra. Lo más seguro es que sea eso.

Luis Pescetti. "La última carta del mazo", en Revista Orsai, n° 4.

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Voy a enterarme de qué trata la soledad, ahora, y que el vacío de no tenerte, ni esperarte, busque, o me lleve, o sea lo que sea.

Luis María Pescetti. Cartas al Rey de la Cabina

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No podrás recorrer tus pasos y retirar promesas como quien quita la ropa tendida.
Todas tus promesas ya no están donde las dejaste (perdón por hablarte, quizás, de lo último que quisieras que te cuente).
¿Acaso crees que te podrás esconder de lo que un día deseaste? ¿No es más fácil fracasar que esconderse?

Luis María Pescetti. Cartas al Rey de la Cabina

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Un mes no es ni una gota en nuestros mil doscientos treinta y cuatro vasos llenos.

Luis María Pescetti. Cartas al Rey de la Cabina

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Crecieron todas las semillas de tu carta. Vieras qué hermoso prado. Los abrazos crecieron sanos y fuertes rodeando mi cintura. Crecieron besos en mis pies (¿sembraste besos para mis pies o fue un error del viento?).
Te espero convertida en Luna.

Luis María Pescetti. Cartas al Rey de la Cabina

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Nos regalaron un piano y lo quemamos. No deja de haber música en el mundo por eso.
(es el enojo, es el enojo).

Luis María Pescetti. Cartas al Rey de la Cabina

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Es cierto que no quería atraparte, y no es cierto que no esperaba nada.
Esperaba que quisieras, que quisieras y que quisieras.

Luis María Pescetti. Cartas al Rey de la Cabina

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¿Querías estar solo? ¿Era tanto ruido el amor?

Luis María Pescetti. Cartas al Rey de la Cabina

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Quiero regresar
solo para lo imprevisto,
para lo que deba nacer de tus manos y las mías.
Para nada que ya haya sido escrito o dibujado.
Ni en tu alma, ni en la mía.

Luis María Pescetti. Cartas al Rey de la Cabina

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Y que nunca, nunca te pase
que no sepas regresar,
aunque regresar quede más adelante y no más atrás.

Luis María Pescetti. Cartas al Rey de la Cabina

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Acuérdate de traer los brazos, porque aquí hay mucho por hacer.

Luis María Pescetti. Cartas al Rey de la Cabina

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Mejor te hablo del tiempo, por ejemplo, que no es época de lluvias, y llueve.
Todo se moja sorprendido.

Luis María Pescetti. Cartas al Rey de la Cabina

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Nunca sabemos a partir de qué delgada línea comienza lo eterno. Así esa noche, cuando se dio vuelta para continuar durmiendo, no vimos qué larga sería nuestra breve despedida. El sentido de las palabras cambia según qué acontecimientos carguen o escondan: Chau, hasta la vuelta con el tiempo se convirtió en: Fui tu padre, fui tu hijo. Fue tu vida. Fue mi vida.

Luis María Pescetti. El ciudadano de mis zapatos