-->


—¿Cómo voy a entender si no me explica? —le reclamé airadamente pero con el suficiente cuidado de no mencionar para nada su inmortalidad. Pero ya era tarde, él iba de vuelta dejándome otra vez, como única respuesta, la vista de su espalda bamboleándose de un lado para el otro.

Francisco Montaña Ibáñez. No comas renacuajos

No hay comentarios:

Publicar un comentario