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Yo solo quería saber cómo se llamaba y darle las gracias. Cuando estuvo lejos se volvió hacia mí y me disparó muchas veces haciendo una pistola con la mano. Yo no sabía qué hacer, pero como él seguía disparándome, me imaginé que lo mejor era caer muerta.

Francisco Montaña Ibáñez. No comas renacuajos

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