Pero esa corriente ininterrumpida de teorías, bromas, consideraciones y anécdotas no constituía la verdadera conversación entre ellos. El diálogo principal era tácito, discurría por lo bajo sin palabras y versaba sobre ellos mismos. A veces emergía a la superficie en forma de insinuación, de la misma manera que antaño los pescadores del mar del Norte descubrían una bandada de arenques gracias a su reflejo plateado en las nubes.
Harry Mulisch.
El descubrimiento del cielo
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