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Él se levantaba e iba a mirar las colinas detrás de los vidrios y estaba pensativo, y después, cada vez que regresaba a su lugar, la miraba y le sonreía con una sonrisa líquida que a mi abuela casi le hacía mal por lo mucho que le gustaba, y la emoción llenaba su día.

Milena Agus. La mujer en la luna

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