El barco solitario abriéndose camino a través del ancho mar, la miríada de estrellas desvaneciéndose en el amplio firmamento... eran cosas elementales que lo calmaban y al mismo tiempo lo inquietaban. Como si por primera vez se diera cuenta de que todos los molestos problemas de su vida eran irrelevantes e intrascendentes; y aun así se avergonzaba de haberlos tenido en el mismo mundo que ahora creaba una situación como esa.
Herbert Clyde Lewis. El caballero que cayó al mar
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